Tango

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La vida, al menos para mí, la forman las sensaciones. Todo lo que vivo se queda grabado en mi mente asociado a un olor, a un sabor, a un color...

Un día vuelves a oler ese aroma, a notar ese tacto o escuchar esa canción y vuelven a ti desde lo más profundo de tu mente una avalancha de recuerdos, fotogramas de tu vida que tenías olvidados, arrinconados y por un instante no estoy aquí, estoy 5, 10 ó 15 años antes y como si de una película se tratara veo un capítulo de mi vida...

Ésta vez la responsable de mi "regresión" ha sido un tango, en concreto Libertango de Astor Piazzolla.

Oyéndolo he vuelto a la cocina de mi casa, un sábado por la mañana, oliendo a café recién hecho, y me he visto sentada en uno de los taburetes observando como mi padre colocaba los platos en los armarios, mientras silbaba y tarareaba lo que más le gustaba, un tango. Le fascinaba ese baile "agarrao", las letras, esa forma de cantarlas en lunfardo y le encantaba poner acento argentino y a mí que lo pusiera porque me hacía reir.

Ahora comprendo muchas cosas que tenía olvidadas y me doy cuenta de que la mayor parte de lo que soy, de lo que me gusta, de lo que me disgusta, se lo debo a mi padre y a esas tardes que pasé y paso con él.

1 comentarios:

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Anónimo dijo...

Hablas con mucha pasión de tu padre, me encantan las hijas enamoradas de su padre...
Por cierto me encanta Malevaje, es Tango actual, escucha alguna.. "Arroz blanco" es mi canción preferida.